dilluns, 11 d’abril del 2022

Manifest V contra la guerra d'Ucraïna

Blanca Alonso Casanova,
alumna de 2n de BAT-B
No nos vamos a engañar, el ser humano ha desarrollado una obsesión casi patológica de poder, una obsesión insaciable y que en el caso de los grandes mandatarios lleva al sufrimiento. El sufrimiento del que al final lo único que quiere es vivir, ser feliz, seguir con su vida, con sus sueños y pequeñas ilusiones. El sufrimiento de gente que poco tiene que ver con las fronteras.

Hoy se pone en duda la capacidad de evolución del ser humano, un ser que se suele definir como alguien empático y racional, pero que sin embargo se queda quieto frente a las injusticias y que actúa de manera irracional, por impulso, por deseo. Parece que no aprendemos, que somos esclavos de una cadena de errores, que siempre son los mismos.

El poder ciega, o eso dicen. Ahora lo vemos claro, las ansias de poder de un hombre y su séquito elitista tienen como consecuencia niños llorando, separados de sus padres, arrancados de lo que hasta el instante en el que empezó la guerra había sido todo su mundo. Bombas y soldados los persiguen, los separan de su familia, rutina, amigos y hogar, los dejan con un futuro incierto que depende del resto de países, que depende de mandatarios para los que solo son un número. Dependen de la caridad, del buen samaritano.

¿Acaso hay algo que justifique el fin de la paz? ¿La sangre derramada por una batalla que nadie llega a comprender?

Nada, absolutamente nada, justifica que las ciudades vuelvan a ser como en las fotografías antiguas, que tratamos como meras curiosidades y que nos ilustran un poco. Las ciudades se han teñido de blanco y negro, los soldados recorren las calles, o lo que alguna vez lo fueron y que ahora son simplemente montones de escombros de lo que en algún momento fueron hogares.

Al otro lado de la frontera no todo son verdugos, también están los críticos, los rebeldes, aquellos que a pesar de las consecuencias se manifiestan por la paz, y que acaban entre rejas.

Día tras día vemos imágenes desoladoras.Solo queda el dolor del recuerdo en la memoria de aquellos que ahora sufren este conflicto. Nada justifica una guerra, porque nadie vence, porque todos pierden, todos mueren. Porque hasta el soldado más vivo de las trincheras quedará marcado por el resto de sus días. Que pare el fuego, aunque para ello se tenga que detener el tiempo. Devolvamos a las ciudades sus colores, y dejemos de vivir en blanco y negro.

Digamos basta a la guerra.

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