La vida parecía saber que pronto llegaría el
frío, la nieve y el duro invierno, y una quietud llena de misterio había
sustituido poco a poco a la frenética actividad del verano.
A este lado del río, junto al puente de los
Tribales, la gente paseaba, hacía footing, pescaba…
El bosque al otro lado era zona prohibida en
otoño para los crédulos de leyendas.
Sara vivía junto al río con sus padres,
abuelos y su hermano pequeño Tom. Su bisabuela descendía de los nativos que
habitaban la región a la llegada de los europeos. Aunque esta contrajo
matrimonio con un descendiente de ingleses y sus padres eran también de rasgos europeos,
Sara era el vivo retrato de su bisabuela, pelo y ojos negros y piel morena.
Todo esto no era ningún problema en el pueblo, no era la única con rasgos
nativos y además vivían allí muchas personas de otras razas como negros,
orientales… Todos convivían con naturalidad y armonía hasta que apareció
Melanie.
Melanie venía de Dallas con su familia. Su
padre era el nuevo director del instituto y ella se lo tenía muy creído. Su
carácter dominante y despreciativo hacia quien no le hacía la corte causó
divisiones ya desde el primer mes del curso. Encima se encaprichó de Douglas.
Douglas y Sara eran inseparables desde niños y
con el tiempo esta amistad dio paso a algo más.
Pero Melanie odiaba a Sara por ello y no sabía
cómo quitarla de en medio.
Todos en el pueblo conocían la leyenda de los
Tribales.
Cuando llegaron los europeos a tierras
americanas vivían por estos bosques dos jóvenes nativos que se amaban. Ella era
muy hermosa y uno de los conquistadores la intentó forzar. Su amado salió en su
defensa y ambos fueron asesinados y descuartizados. Pero poco después, la
Naturaleza, tan venerada por los indios, dio alas a su venganza y al llegar el
otoño los componentes del grupo agresor comenzaron a desaparecer en la noche.
Sus cuerpos aparecían descuartizados colgando de los árboles. Nadie salió
impune. Y los espíritus de los jóvenes amantes descansaron en paz.
Con el tiempo la historia se convirtió en
leyenda y caló en la tradición del pueblo. Había quien decía que si se te hacía
de noche en esa zona del bosque se oían cánticos antiguos y se veía a los espíritus
de los jóvenes muertos que te rodeaban con sus mantos de guerra.
Melanie tenía un plan. Ya había robado el
teléfono de Douglas ese día en clase y con la ayuda de sus dos más fieles
prepararon un saco y una cuerda.
Era noche de difuntos.
Douglas y Sara quedaron para pasear y tomar
algo luego de cenar. En Halloween todo el mundo iba a estar en la calle hasta
tarde con sus disfraces.
Sara acababa sus tareas de clase cuando le
llegó un WhatsApp de Douglas: «Te espero en el puente de los Tribales a las 11».
Le extrañó, pues siempre quedaban en un banco
del parque cerca de la casa de Sara, aunque después de cenar se despidió de sus padres y
acudió al puente.
Al llegar allí le extrañó no ver a Douglas.
Casi de inmediato tres figuras ocultas por máscaras se lanzaron sobre ella
dándole un golpe que la aturdió y le pusieron un saco sobre la cabeza y la
colgaron boca abajo del puente.
Aún reían cuando unas manos invisibles las
arrastraron hacia el bosque.
‘’Tambores de guerra, gritos de nativos, el calor de las hogueras, ruidos de cuchillos’’
Nadie oyó sus gritos…
Douglas esperaba en el banco cuando, de
pronto, en la oscuridad, surgieron dos figuras que se acercaron a él
silenciosas. Desde luego, los disfraces y maquillaje eran geniales, trajes
tradicionales y rostros nativos de dos muchachos, chico y chica. Douglas se
quedó admirado de su belleza y originalidad.
Le hablaron, y Douglas sintió un escalofrío.
No era inglés, era abanaki, el idioma de los primeros pobladores de la región.
No entendió sus palabras, pero por su tono de voz supo que no le harían daño.
Parecían tranquilizarle y apremiarle a seguirle.
Le llevaron hasta el puente y desaparecieron.
Douglas rescató a Sara, que estaba helada y
confusa y la llevó al hospital. La policía la interrogó, pero ella no pudo
aclarar quién la había atacado.
Al día siguiente tres muchachas faltaron a
clase, entre ellas, Melanie.
Las encontraron en el bosque atadas a tres
postes rituales. Estaban vivas pero muertas de terror. Sus cuerpos desnudos
habían sido tatuados con dibujos tribales para siempre. Los tatuajes rodeaban
justo los puntos donde los jóvenes indios asesinados siglos atrás habían sido
mutilados.
Nadie fue detenido, aunque estaba claro que
había sido una broma muy macabra. Pero Sara y Douglas sabían que los espíritus
de los jóvenes nativos seguían habitando los bosques más allá del puente de los
Tribales.
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