Una vez, hace no mucho, un amigo mío
me preguntó: "Oye, Jesús, ¿por qué no te haces de Instagram?". "Porque no quiero", le respondí yo,
ocultando mis verdaderos motivos."¡Qué raro eres, tío!", me soltó él
con un tono un tanto peyorativo. La verdad es que pienso que es una pérdida de
tiempo ver lo que hace otra gente; no aporta nada, solo sirve para chismorrear con los amigos cuando nadie
tiene nada que decir. Pero, a pesar de todo, una gran cantidad de personas no
coincide conmigo, pues son muchos los usuarios de esta red social (hecho que se
traduce en la gran repercusión que esta tiene). Sin embargo, querido lector, no
estoy aquí para hablarle de Instagram, sino para ilustrarle sobre cómo las
redes sociales han cambiado nuestra forma de vida.
En primer lugar, empezaremos con una
breve lección de historia. Puede que piense que las redes sociales nacieron de
la noche a la mañana, pero ya en el siglo XX encontramos precedentes de estas.
Primeramente, cabe mencionar que en 1971 se envió el primer correo electrónico,
iniciando así la comunicación entre ordenadores. Años más tarde, en 1995, se
creó el sitio web classmates.com para
que los exuniversitarios pudiesen mantener o recuperar el contacto con sus
antiguos compañeros. Este portal sería la primera muestra de red social tal y
como las conocemos hoy en día. Luego, con la entrada del nuevo siglo, empezaron
a surgir rápidamente muchos de estos sitios web, como Facebook, MySpace, WhatsApp, Snapchat, etc. Y es entonces cuando se
produce un gran cambio en la historia de la humanidad: como si de una epidemia
se tratase, el interés por las redes sociales ha contagiado a la mayoría del
mundo, transformando así la forma de relacionarse entre las personas para
siempre. De este modo, podemos estar siempre en contacto con nuestros
conocidos, comunicarnos con ellos y conocer gente nueva sin tener que movernos
de casa.
Así, a primera vista, todo parece
bueno; aunque, si nos fijamos bien, vemos que lo que parece impoluto tiene, en
realidad, más de una mancha, ya que no son pocos los casos de acoso, estafa,
violación de la privacidad, etc. Así, por ejemplo, la Asociación Americana de
Pediatras realizó un estudio según el cual un 78% de los jóvenes que se
suicidan ha sufrido acoso en la Red. Sin embargo, a pesar de estos graves
problemas, también existen otros de menor gravedad y que afectan a muchas
personas: la pérdida de comunicación con los que tienen a su lado,
transformándose así el mundo virtual en el único que importa; o el desperdicio
de tiempo que supone usarlas durante un periodo prolongado, pues al fin y al
cabo son algo aparente.
En fin, puedo asegurar, estimado
lector, que las redes sociales son un elemento revolucionario en nuestra
sociedad, con sus pros y sus contras. Sin embargo, llámeme conservador,
anticuado o como quiera: en mi opinión, el
hecho de no comunicarnos con aquellos que tenemos cerca porque estamos
haciéndolo con alguien que no está a nuestro lado supone una falta grave que
demuestra que damos más importancia a lo virtual que a lo real. En resumen, las
redes sociales son buenas siempre y cuando las usemos adecuadamente.
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