Actualmente, la
educación sexual en España es prácticamente inexistente. A diferencia de otros
países de Europa en los que es obligatoria, como Suecia y Alemania, la
educación sexual en nuestro país sigue siendo un tema de debate entre los que
defienden una asignatura necesaria en las escuelas y los que lo perciben como
materia opcional e incluso prescindible. Sin embargo, hay muchas razones por
las que se deberían instaurar enseñanzas sobre sexualidad.
Los niños y adolescentes
que carecen de educación sexual y que quieren aprender autónomamente solo
encuentran una opción: localizar información en Internet. Según el Instituto
Nacional de Estadística (INE), casi el 90% de los menores de diez años en
España tiene acceso a la Red. En algunos casos, que aprendan por ellos mismos
puede ser una buena alternativa, pero la mayoría de las veces obtendrán sus
aprendizajes de la pornografía.
El problema del
contenido pornográfico es que no enseña consentimiento, prevención ni “cuerpos
reales”. A causa de la desinformación, o mala información, aumentan los
embarazos juveniles. Y algo que los jóvenes olvidan (o desconocen) es que la
falta de protección también provoca enfermedades de transmisión sexual.
Más allá de estas
consecuencias que todos conocemos, se encuentra la violencia sexual. Ya no es
solo que la pornografía y la falta de educación afectivo-sexual hayan causado
un incremento de los casos de agresiones hacia la mujer, sino que, además,
muchas víctimas ni siquiera saben que están sufriendo acoso, dado que el desconocimiento
provoca que ignoren que eso no es lo normal.
Una buena educación
sexual, por lo tanto, permitirá a los jóvenes no solamente informarse de las
consecuencias de la desprotección y las relaciones reales, sino también saber
discernir realidad y ficción, así como ser capaces, en el caso de las féminas,
de gritar bien alto NO.
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