Joan
Orquín
Estamos
viviendo una época de cambios en muchos ámbitos, pero tal vez sea excesivo
modificar nuestra manera de comunicarnos. Hoy en día, el lenguaje parece estar
siendo lentamente opacado por la comunicación vaga. Cuando empezamos a usar mal
una de las raíces de la humanidad, podemos llegar a la conclusión de que
tenemos un problema.
Como
seres sociales e inteligentes que somos, el lenguaje surgió como una necesidad
biológica de comunicación clara. Por tanto, si el lenguaje ha existido y
perdurado durante tantos siglos, somos capaces de deducir que el diálogo es la
forma de entendimiento y transmisión de información más apta para nosotros. El
problema viene cuando hacemos un mal uso de las palabras y empezamos a recurrir
a formas de comunicación que solían servir para complementar el diálogo como
formas de comunicación principales.
Las
nuevas generaciones son las que más practican y desarrollan el problema de
comunicación del que hablamos. No se trata de que les cueste hablar de manera
formal, ni que suelan emplear en sus diálogos palabras extranjeras. Al fin y al
cabo, eso sigue siendo lenguaje. Se trata de la escasa capacidad comunicativa
que demuestran. Cuando se quedan sin palabras, suelen recurrir a su diccionario
pobre en expresiones como “en plan”, “ya me entiendes”, o directamente emplean
gestos u onomatopeyas para indicar su dificultad al expresar sus ideas. Este
hecho afecta indirectamente de manera perjudicial a sus capacidades de
pensamiento crítico y reflexión.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada