Text, Fernando Moreno Niclós
Aunque son cada vez más numerosas las mujeres que se atreven a
denunciar a sus maltratadores, el número de amenazadas que callan es
inmensamente superior al de las que osan acudir a los juzgados. El pánico, la
vergüenza, la escasa protección y el insuficiente amparo que reciben por parte
de la ley son algunos de los motivos principales que inutilizan a las víctimas.
De ahí que cada 25 de
noviembre se celebre el Día
Internacional contra la Violencia de Género con los objetivos
de sensibilizar a la población y extirpar de raíz este grave estigma social.
Sin embargo, cuando
hablamos de violencia contra la mujer, no deberíamos ceñirnos tan solo a los
abusos que se producen en el seno de la vida familiar. Existen otras muchas
conductas igualmente reprochables que humillan al género femenino. Sin ir más
lejos, ¿cuántas niñas han sufrido algún tipo de mutilación genital, considerada
como una flagrante violación de los derechos humanos? ¿Cuántas jóvenes se
convierten en objeto de explotación sexual de proxenetas o de redes delictivas
organizadas? ¿O cuántas mujeres aguantan
agresiones sexistas de neandertales como los autodenominados La Manada, quienes
cometieron, presuntamente, una violación múltiple durante los pasados
sanfermines?
Ahora bien, este
drama que soportan no impide a muchas de ellas ser ejemplo de lucha y
optimismo. Todos recordamos, en este sentido, a Anna Politkovskaya, asesinada
cuando investigaba torturas en Chechenia; o a Malala, jovencísima activista
pakistaní defensora del derecho universal de las niñas a la educación.
Son mujeres,
verdaderas protagonistas de la última década. ¿Merecen ser víctimas de esta
epidemia?
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada