dijous, 18 d’octubre del 2018

Una reflexió de l'alumna Carmen Armiñana sobre el cas de La Manada

El passat mes d'abril, la sentència que condemnava La Manada a nou anys de presó per abusos i no per agressió sexual va provocar una reacció política i social. Des d'aleshores, les xarxes socials s'han omplit d'històries de dones que relaten les seues experiències amb l'etiqueta Cuéntalo. Carmen Armiñana, una jove que està cursant 1r de Batxillerat a l'IES L'Estació, ha opinat sobre el tema en aquest article.
Text, Carmen Armiñana 
 De vez en cuando, nuestra sociedad se ve impactada ante fenómenos que nunca habría imaginado y que presionan las barreras de la ética. Así, el suceso de La Manada se asemeja más a una compleja distopía kafkiana que a algo que podría suceder en este mundo que creemos tan evolucionado moralmente.
  A pesar de que parece haber un consenso en las redes sociales, en las que casi todos se escandalizan ante la frialdad de la sentencia, no se pueden negar los hechos: esta se ajusta al código legal vigente. Esto, sin embargo, no da legitimidad a que tan ruin crimen se considere de menor calado, y demuestra cuán desacertada está la legislación en cuanto a este tema.
  Lo deleznable de la sentencia no radica en la cantidad de años que La Manada permanecerá en presidio, sino en calificar de simple "abuso" algo que es mucho más grave. Lo sucedido motiva una reflexión sobre lo más sórdido de la naturaleza humana y lo injustos que pueden ser los desenlaces de semejantes crímenes.
  Cuesta comprender cómo se somete a la víctima a un linchamiento gratuito, acusándola de ser la culpable de su desgracia y redimiendo a sus violadores por la supuesta escasa resistencia de la joven. ¿Acaso los asesinos son castigados con mayor o menor severidad en función de la intensidad con que la víctima se ha defendido?  La violencia de este grupo de sádicos, que ostenta un desprecio latente a la dignidad del ser humano, no se muestra solo en estos individuos, sino en muchos otros. Por este motivo, es necesario modificar aquellos aspectos del código judicial que puedan causar que este tipo de incidentes se repita.
  Es difícil evitar que individuos así surjan, mas una educación adecuada que potencie el respeto y la empatía, desde luego, no sería perjudicial. Después de todo, aunque vivamos en un mundo en el que habitan 7 000 millones de psicópatas potenciales, también es cierto que vivimos en uno de 7 000 millones de posibles buenas personas.

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