dissabte, 21 de febrer del 2015

Per Sant Valentí, cartes d'amor a l'IES l'Estació

Marta Esparza guanya el concurs de cartes d'amor 

Com cada any, per Sant Valentí, el Departament de Castellà ha realitzat el seu particular homenatge a l'amor, un dels tòpics més presents en la literatura de tots els temps. Enguany, el concurs de cartes d'amor entre personatges literaris universals s'ha realitzat a través del dinàmic bloc "El blog que no cesa", que manté el professor Fernando Moreno.  El mateix professor, ens presenta la guanyadora, Marta Esparza, i el seu treball: una carta a l'alçada del mateix Gustave Flaubert. Enhorabona a tots dos, alumna i professor.


Madame Bovary a l'IES l'Estació
per Fernando Moreno

Emma, personatge fictici d'una de les obres clau de la literatura universal, Madame Bovary (1857), acaba de rebre una carta del seu amant Rodolphe Boulanger, un dom Joan de províncies de Yonville, anunciant-li que marxa sense ella, deixant-la tota sola. Aquest és el punt de partida escollit per Marta Esparza, alumna de primer de Batxillerat Científic del nostre centre, per tal de posar-se a la pell de la protagonista de Flaubert. Marta, qui ha participat en una activitat de la classe de llengua, demostra amb esta sentida i dolguda missiva les seues extraordinàries dots com a narradora. Des de l'Andana felicitem aquesta jove, l'expedient de la qual figura entre els quinze més alts d'Ontinyent.



 Estimado Rodolfo:
Me toma, me escribe, me deja y desaparece. Se va.
De usted restan aquí estos albaricoques junto a la carta escrita. Húmeda quedó la suya y húmeda quedará la mía.
¿Qué importancia tendría mi persona ante las habladurías y las calumnias si estuviese con usted? Atrás quedan nuestros momentos de insensatez cuando reclamaba mi amor en aquellos comicios, ante el ayuntamiento, cuando, posteriormente, nos entregamos con fragor y dulzor a él.
¿Hastiado dice? Hastiados en mí quedan el corazón y las entrañas que no intentarán olvidarle como confío en que no lo haga el suyo. Hastiados perpetuos serán los caballos en los que montamos y en los que pasábamos largas vísperas.
Tal vez, no se lo niego. Tal vez fuese la efervescencia de los momentos juntos la culpable de nuestra ceguera ante el implacable destino que no aseguraba guardarnos cercanos. Bendita fue aquella felicidad que ahora idealizo y maldito es y será el distanciamiento que me impidió estar más horas con usted.
Lejos me dice que estará, quizás montado en un coche de caballos camino a París, quizás asomado por la popa de un barco en dirección desconocida, o tal vez ya se haya asentado en una nueva casa con hermosas flores en el jardín.
Debilidad no muestra usted, afirma que volverá. Mis piernas sí la sienten, flaquean en estos momentos. Mis ojos lloran su ausencia, mi mente se tortura con su recuerdo, mis oídos parecen escuchar su voz. Son todo ilusiones como las que usted me crea con una única palabra: volveré.
Acuérdese de mí allá adonde vaya aunque nunca, jamás, lea estas líneas que yo le escribo. Aunque la nieve se haga río y la noche caiga (y yo con ella), acuérdese de mí, Rodolfo, acuérdese de mi ser.
No sabe cuánto vacío deja en mí su marcha. Siento que voy desfalleciendo poco a poco, y usted no se encuentra aquí para sostenerme. Tan solo me quedan de usted unos albaricoques y una indeseada carta. Tan solo me queda despedirlo, del mismo modo que usted lo hizo conmigo. Cuídese y que le cuiden,
Su amiga, Emma Bovary

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