dimarts, 10 de novembre del 2015

El ángel caído del cielo. Un gran relat de Carla Soriano basat en el famós microrelat de Monterroso

L'alumna Carla Soriano Soler guanya un joc literari promogut pel Departament de Castellà i el seu professor Fernando Moreno
Augusto Monterroso, escriptor guatemalenc, és universalment conegut per haver escrit El dinosaurio, considerat un dels contes més breus en llengua castellana.

EL DINOSAURIO
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
L'autor, suposem que deliberadament, no va voler aclarir les incògnites que ara Carla Soriano, alumna de 4t, ens ha desvetlat. Qui va despertar? Què feia el dinosaure en aquell lloc? Quin tipus de rèptil era? A quin espai concret es refereix el narrador quan empra el díctic allí?
De vegades, només cal un vers o frase suggerent perquè s'òbriguen les portes de la imaginació. 



EL ÁNGEL CAÍDO DEL CIELO

por Carla Soriano


Entre la multitud de las frías calles de Nueva York del año 1930, caminaba Jack Johnson, un importante arquitecto de la época, y como siempre, llegaba tarde al trabajo. Por su mente pasaban mil y una cosas a la vez: la cena de navidad con su familia, su siguiente proyecto arquitectónico… Estaba tan absorto en su mundo que no se percató del escalón de la panadería a la que iba cada mañana. Como consecuencia de ello, tropezó, se golpeó la cabeza y quedó inconsciente.
Cuando Jack abrió los ojos, reparó en que se encontraba en un hospital, en el Hospital Presbiteriano de NY, concretamente. -¿Cómo habré llegado aquí?- se preguntó el arquitecto. De pronto, apareció una dama con una vestimenta un tanto extraña que interrumpió sus pensamientos. Pero no cualquier señorita, sino una hermosísima, con cabellera rubia y ojos como diamantes, la cual llamó mucho la atención del joven arquitecto. -Es un ángel caído del cielo, debe de serlo- pensó.  Ella era Rose, una paleontóloga que se había encontrado al muchacho sin consciencia delante de la panadería.
Esa tarde, Jack tuvo la cortesía de invitar a Rose a tomar un té, ya que le había salvado la vida. Cada palabra que intercambiaban equivalía a una historia, como si hubieran sido destinados a conocerse. Jack miró su reloj de mano. Ya era hora de  irse a la cena de Nochebuena.
Desde esa tarde de navidad, Jack no dejó de pensar en Rose, en cada risa que había surgido de su boca, en sus ojos cristalinos. Todo había sido absolutamente perfecto, excepto el pequeño detalle de que Rose era una mujer casada, pero esto no importaba, ya que Jack pensaba que todo había sido un bonito sueño. Cuando una mañana de febrero del treinta y uno sus miradas se volvieron a encontrar en la panadería, Jack sonrió. No había sido un sueño. Tuvo la idea de ir a dar una vuelta con ella por los helados parques de Central Park. Andando y andando, entraron en el Museo de Historia Natural. De cada dinosaurio que veían, Rose compartía con Jack todos los datos que sabía sobre él. A Jack le brillaban los ojos cuando observaba hablar con tal pasión a la chica que tenía al lado. Decidió preguntarle por qué había escogido esa profesión tan desconocida para él hasta el momento. Rose cambió sus facciones por completo, fingiendo una breve sonrisa. Seguidamente le respondió que su padre había sido paleontólogo, y que murió en una explosión en las Honduras, provocada intencionadamente para encontrar el protoceratops, una especie muy rara de dinosaurio. Jack se vio afectado con la respuesta de Rose, ya que no entendía cómo tras una chica tan alegre y entusiasta se podía esconder un pasado tan triste.
Cuando regresaron a sus casas, Jack comprendió que debía hacer algo para demostrar su amor por Rose, así que escribió una carta a un primo suyo que trabajaba en Guatemala para que encontrara el dinosaurio del que había hablado Rose y se lo trajese lo antes posible al Museo de Historia Natural para entregárselo a Rose como regalo de compromiso.
El dinosaurio tardó dos meses en llegar, pero finalmente estaba allí. Ese mismo día, Jack envió una carta a Rose en la que le confesaba su amor. Si este era correspondido,  ella debía  ir al Museo de Historia Natural para recoger el regalo que le tenía preparado Jack. Si Rose acudía y lo aceptaba, se casarían. Por lo contrario, si ella no aparecía y no aceptaba el dinosaurio, la olvidaría para siempre.
Jack estuvo toda la tarde esperando al lado del gran dinosaurio protoceratops, pero estaba tan cansado que se durmió. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

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