«La brecha de reconocimiento», article de Nuria Vidal, alumna de 1r de Batxillerat

Hoy en día, es evidente que ciertas profesiones son vistas con mayor admiración y respeto que otras. Pero ¿quién realmente tiene el poder de decidir qué trabajos merecen más prestigio y reconocimiento positivo?

Esta disparidad en la valoración de las profesiones no es un fenómeno nuevo; ya se podía observar en la antigua Grecia, donde los filósofos y oradores eran reverenciados por su sabiduría y habilidades retóricas, mientras que los artesanos y agricultores eran considerados inferiores en relación con el estatus. Esta jerarquía persiste hasta nuestros días. Profesiones como la medicina, la abogacía o la ingeniería son ampliamente elogiadas y respetadas, mientras que trabajos manuales y de primera necesidad, como la mecánica, el trabajo doméstico o la agricultura, suelen pasar desapercibidos y olvidados por la sociedad.

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Los agricultores, en particular, son uno de los grupos más afectados por esta jerarquización. A pesar de ser la columna vertebral de nuestra sociedad, a menudo son infravalorados y cubiertos por una sombra. Su labor incansable es la que alimenta a la población y mantiene la economía en marcha, pero rara vez se les reconoce el mérito que merecen. Por esta razón, están llevando a cabo protestas en toda España para reclamar la importancia de la comida como una necesidad básica y exigir así la atención y el respeto que merecen. La necesidad de valorar a los agricultores se ve reflejada en el dicho popular: “Al menos una vez en la vida necesitaremos de un abogado, un médico o un arquitecto, pero tres veces al día por el resto de nuestras vidas necesitamos de un agricultor”.

En resumen, todas las profesiones desempeñan un papel crucial y vital en el funcionamiento de la sociedad. Entonces, ¿no sería más justo dar a todos el reconocimiento y el respeto que requieren, independientemente de los prejuicios sociales y las percepciones preconcebidas? El verdadero valor del trabajo reside en la dedicación, las habilidades y las aportaciones de cada persona, independientemente del estatus superficial e incoherente asociado a su carrera ocupacional.